Cada
uno de nosotros es un magneto. Eres un magneto y por lo tanto no tienes que
forzar el éxito y la prosperidad para ti. En lugar de eso puedes desplegar ese
próspero, elevado y expectante estado de tu mente, que es un magneto, hacia
todas las cosas buenas del Universo para apresurarlas hacia ti, en lugar de
entretener ese estado posesivo de la mente en críticas, ansiedades, tensiones y
rencores, que son un magneto para toda clase de molestias y fracasos.
Desde que
puedas tener el equivalente tangible e intangible sobre lo que te atrevas a
escoger, tómalo en consideración mentalmente e irradia. Deja de pensar cosas como
aparte o fuera de ti. Deja de pensar en que la gente, cosas, circunstancias y
condiciones tienen poder para herir o hacerte daño. Empieza a considerar que
nada puede detenerse entre tú y ese bien que te atreves a escoger mentalmente e
irrádialo hacia afuera a través de tus pensamientos, sentimientos, palabras y
expectaciones.
Escoge e irradia mentalmente, escoge e irradia emocionalmente,
escoge e irradia constante y persistentemente para atraer tu propio bien y el
bien para otros. Una señora me dijo una vez que desde que ella había estado
invocando deliberadamente el poder de pensamiento de prosperidad, cada uno en
su familia había recibido maravillosas bendiciones: Su marido recibió varios
aumentos en su sueldo, su hermana llegó a ser presidente en su compañía. Dos
hermanos se pensionaron con muy buenas entradas. Otra hermana llegó a ser la
primera mujer que obtuvo cierta posición como ejecutiva en su compañía. Otro
hermano recibió un puesto como ejecutivo. Un poco de levadura fermentó toda la
masa en esa familia.
Catherine Ponder.
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